sábado, 13 de septiembre de 2008

Paroma de locura

El espejo cae, me quiebra, cae y no se rompe en otra espejísima y canta y vuelve y cae y quizá estalle y suba y suene estruendosamente, así, como estos ojos quejidos en lamento; no un pesadillar elevado sino algo rústico, maniaco en el viento a cuchillo.
¡Tant@s poetas junt@s!, es aberración al sin sentido del sueño vivo, por eso me aparto, guardo silencio y espío las palabras, conferencias, espejos poemas y sus bordes mellados y sus malditas redondeles; tal vez el ovular y el cuadrar, a través de todo, pertenecen a los plagios o a la falsa lengua simulando serse, en el peor de los casos, a la ráfaga de la locura o la cordura.
Festival, festival, así llegaban las fotografías vítreas de l@s ingreid@s, de l@s menos ingreid@s y de aquell@s poetas maldicientes en putas baratas y lo grotesco.
¡Tant@s poetas junt@s!, debimos quemarnos en todos como gritó un poeta muerto. Poetas en cofradía es sinónimo de algún crimen por cometerse, de borracheras, de gritos, de expulsiones y porquerías; y aquí no acaban los sinónimos diacrónicos y degradantes, porque también poetas junt@s son bestias de circo, bufones de la mentira, de lo mal dicho en cualquier superficie. Así somos l@s poetas: un@s van y otr@s vienen, huyen negándose a todo, afirmándose en todo, en el espejo que cae y no se me quiebra y vuelve a caer y me rompe en los malditos mil pedazos retrocediéndose como en un filme de cine independiente para vernos levantarnos una vez más en tant@s poetas junt@s.

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