Los tímpanos se me
destrozan.
Tengo la necesidad de
meterme un dedo
por la nariz y vomitar
escenarios.
Hasta salirme el dedo
por la sienes,
por los ojos de
culebras y babosas marchitas.
Herirme, hacerme daño,
prender mis tuétanos
hasta desangrarme.
¿Y…?
Sabes a nombre, a ñame
y a wendylandia.
Quisiera acaso aprender
a vivir por letrinas
y la lentitud del
ciberespacio tragándote
los genitales, un
culebreo fingido,
análogo y sincopado en
las axilas.
¿Y…? ¿Y…? ¿Y…?
¡A veces un poema salva
tantas vidas!
OPÚSCULO DEL SUICIDIO. Augusto Bueno