domingo, 17 de noviembre de 2013

El útero de Anne Sexton


“Esta noche quiero cazar a la muerte…” dijiste en trance de cervezas y hot dog bajo el quiosco del parque Duarte. Hacíamos el filme, era noviembre y llovía lechosamente, llovían simulacros dentro de esta cárcel arrancada de cuajo, desprendida de un tirón como usurpar  golpes de hipocampos en peceras y me superpongo en vomito a los espejos con tu nombre atado a flores amarillas.
Uno tras uno encendías colibríes de la noche, posesa de Safo injuriabas los vínculos ―del sexo, de esa sensación sabor a joderse, castrada de menstruación, menopáusica a los cuarenta como ahora puedo levitar por tus ovarios ambicionando ser tu hijo, tu único hijo dispuesto a sangrar. ―Me reviento en éter las muñecas y tiemblo. 

El útero cuelga de la lámpara del automóvil a media calle en La San Luis. En estalactitas azules vistes de acasos, de embudos y te rompes apretando la impotencia de mírame, te seduce el ritmo y otorgas la demencia a la muerte. Cómo pude acabar con ella aun viva en espejos. Sigo sin ser tu hijo suicida del lavado o el toilet. Hoy se revela tu vientre en las fauces de esta ciudad que se inclina en precipicio que repta tu espalda.

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