lunes, 15 de marzo de 2010

René Rodríguez Soriano, Wole Soyinka, José Mármol, Nazim Hikmet y Ezra Pound

René Rodríguez Soriano

CORTAZIANA CON LLUVIA Y CHOCOLATE

Si una mujer te invita a un chocolate espeso espumeante
insinuando la tarde con mar de albaricoque al fondo
y tú no sabes si mayo o la mujer si la mujer si lluvia
todo poema prometido es una mandarina esdrújula
un voto en vilo un niño mudo en pleno parque
una acuarela sorda o tres cerezas tristes en un trípode
melódico mordaz y el chocolate o la mujer y el chocolate
o la mirada que se filtra por la tarde entra por el teléfono
se derrama indiscreta por las piernas de azúcar
dice algo sin decirlo la lluvia la mujer el chocolate
o el poema quizás el poema tal vez la tierra prometida
o volver a empezar hasta que salga el poema la lluvia
el chocolate la mujer o


APUNTE A LÁPIZ

Apunte a lápiz, trazos sueltos,
tirando a casi palidez desnuda
y limpia. Poesía menor
que ni siquiera aspira
a nadar en la otra orilla
--si es que el mar, el tiempo
y la distancia, tienen
otro envés--.
Tenue apunte
que quizás, a más tardar mañana,
borren las aguas del olvido
o se pierda en la arena,
quebradizo papel
que lava los recuerdos
al borde de los pasos
y la espuma.


Amigo

te lo debía sanguilla y te lo pago
nunca haré tu poema ni hace falta
cada vez que alguien te nombre
aún por tu nombre o te recuerde
-flaco del carajo jodedor y buenagente-
desangrará la espita de la rabia
para abatir la noche uniformada
que te secó la risa con su ráfaga


Una raíz

he aquí hombre raíz la tarde oculta
que muerde las entrañas de esta tierra
que parcela tras parcela
destila hombres hambre y miseria
por los recodos del campo
he aquí una historia
una puerta de salida
con la entrada en la mano
para que la empuñemos


Desde la vida

ven empujemos la tarde
hasta el abismo de la noche
busquemos muy juntos los recuerdos
que una madrugada
sembré en las carnes de estas tierras
acércate
hagamos el comienzo del mundo
con suspiros sin serpientes
sin manzanas ni evas ni adanes
hagamos la vida con la vida
desde la vida misma




Wole Soyinka

Muerte a la aurora

Viajero, debes partir
a la aurora, enjuga tus pies sobre
la humedad de nariz perruna de la tierra

Deja que la aurora sosiegue tus lámparas. Y mira
languidecer el ataque de las espinas ante la luz
pies algodonosos para disolver en el azadón
las lombrices tempranas

           Ahora las sombras se extienden con debilidad

Ni muerte de la aurora ni triste postración
esta suave charamusca, suaves engendros que desisten
Rápidos goces y recelos para un
día desnudo. Barcos cargados se
someten a la asamblea sin rostro de la niebla
para despertar los mercados silenciosos -Veloces, mudas
Procesiones por grises desvíos... Sobre este
cobertor, hubo
súbito invierno a la muerte
del solitario trompetero de la aurora. Cascadas
de blancos pedazos de pluma... pero ello decidió
un rito banal. Conciliación salvajemente
exitosa, primero
el pie derecho para el júbilo, el izquierdo para el pavor
y la madre suplicaba, Hijo
jamás camines
cuando el camino aguarda, hambriento.
Viajero, debes proseguir
al alba.
Te prometo prodigios de la santa hora
Presagios como el aleteo del gallo blanco
Perverso empalamiento -Como quien desafiara
las iracundas alas del progreso del hombre...

Más, ¡semejante espectro! Hermano
mudo en el sobresaltado abrazo de
tu invención -Esta mueca de burla
Esta contorsión cerrada - ¿Soy yo?


Viaje

Aunque llegué al final del viaje,
jamás sentí que hubiera llegado.

Tomé la carretera
que sube despacio la cuesta de las preguntas, y que me lleva
incluso a descender a la tierra que conduce a casa. Yo sé
que mi carne está limpiamente mordisqueada, perdida
para el perturbado pez entre las vainas susurrantes-
Yo los dejé atrás en mi ruta
y así también con el pan y el vino
necesito la repartición de derrota y carestía
Yo los dejé atrás en mi ruta

Jamás sentí que hubiera llegado
aunque amor y bienvenida me atrapan en casa
los usurpadores pasan mi copa en cada
banquete como en una última cena


Conversación Telefónica

El precio parecía razonable, el lugar
indiferente. La casera juró vivir
sin prejuicios. Nada quedaba salvo
la auto-confesión. “Madame”, advertí,
“Detesto perder un viaje- Soy Africano”
silencio. Transmisión silenciada de
fingida buena educación. Voz que llega
como larga boquilla dorada y tubular, impregnada de lápiz labial
fui sorprendido por su vileza.
“Qué tan oscuro?”... no había escuchado mal... “ Es usted claro o muy oscuro?
Hedor a rancio vaho de refugio público para telefonear.
Cabina roja, buzón rojo, rojo autobús doble
aplastando el alquitrán. ¡Era real! Avergonzada
por el silencio enfermizo, llevé al límite su
turbación para suplicar explicación
ella, considerada, cambió el tono
“¿Es usted oscuro? ¿o muy claro?” advino la revelación
“Quiere usted decir, cómo chocolate puro, o con leche? ”
Su asentimiento fue clínico, rayando en la frialdad de la luz
Rápidamente, una vez ajustada la longitud de onda,
escogí Sepia Oeste- Africano- tras reflexionar dije:
“lo certifica mi pasaporte” Silencio para un espectroscópico
vuelo de ilusión, hasta que el acento de su sinceridad retumbó
con fuerza en la bocina. ¿Cómo así? dijo condescendiente
“No sé lo qué es”. “No del todo”
Facialmente, soy moreno, pero madame, debería ver usted
el resto de mí. Las palmas de mis manos, las plantas de mis pies
son de un rubio oxigenado. la fricción lo ha causado-
torpemente madame - por sentarme, mi trasero se ha tornado
Negro Cuervo- ¡Un momento madame! sintiendo
su auricular elevarse al sonido del trueno
en cuanto a mis orejas- “madame”, sugerí,
¿no preferiría verlas usted misma?


Civil y Soldado

Mi espectro se levantó de entre la lluvia de plomo,
y declaró “soy un civil” logrando tan sólo
acrecentar tu miedo. ¡Mas cómo habría
de levantarme, yo, un ser de esta tierra, en aquella hora
de muerte impasible! entonces pensé:
tu batalla no es de este mundo.

                      Inmóvil permaneciste

Por ambas eternidades, y yo aprendí, sin duda, la lección
en tus prácticas de combate sigiloso.
No dejes que un indeciso neutral vaya en la retaguardia,
pues tras de ti se abrasará la tierra. Mi dilema civil,
que aparece de nuevo atrincherando la tierra,
bajo el ritual de plomo de tus más ávidos amigos,
te abismó aún más en la confusión y cuando
me prestaste el arma para protegerme y la
muerte me guiñó el ojo, tu promesa
y todo tú se esclarecieron ante mí.

                          En el curso de mi vida

Espero encontrarme algún día
de nuevo con tu espectro en la trinchera,
anunciando, soy un soldado. Entonces no habrá titubeo
y te habré de disparar certero y justo
con la carne y el pan y la vasija de vino.
Un racimo de pechos en cada brazo y aquella
solitaria pregunta, ¿sabes amigo, incluso ahora,
el por qué de todo esto?


Cuentas bancarias siempre abiertas

Las cuentas bancarias siempre abiertas
siempre sus saldos en rojo
el efectivo puede asentarse en el papel, todo cuanto dice
es ¡Pan Pan Pan! Entre un millar de dedos
asiendo con fuerza en la abundancia, los brazos
amontonaron tantas lonas de pan que no pueden
abrazar la humanidad. Cuentas bancarias siempre abiertas
nunca comprendidas donde
los niños aplastan cucarachas para merendar
mientras esperan el regreso del padre forrajero
los pensamientos de una inocencia hambrienta pueden devenir
una cocina extraña – brochetas de moscas
en la punta de una escoba; escarabajos asados en su caparazón
las babosas son reservas comprobadas de alta proteína
–me han dicho– nunca lo he probado.
Esperando el regreso del padre forrajero con el saco vacío
de esta forma, él fue y volvió, los dos años anteriores
mañana él...

Recogí el extracto doblado
que se había deslizado bajo la reja. Discretamente. Bajo el solemne
brillo ensombrecido de mi buen amigo y enemigo
El dependiente bancario, guardián de cuello blanco de las bóvedas
del papel, signos místicos, aquellos círculos y cruces
que yo cargo. El lenguaje de su extracto establece:
La caridad debe ser calle de una sola vía, no,
la forma de vida de un hombre. Y así como la tinta
en que está impreso, me hago rojo bajo
mi fraude negro, mi audaz y consabido
“Maldita–sea–se–han–retardado–nuevamente–con–ese–cheque piel–
Ustedes saben, mis derechos, una vez más me doy cuenta
tarde que todo está bien, preséntenlo a fin de mes”
Maldiciendo la última extorsión de la que fui culpable
por ser presa fácil. Lo he observado–
el último cáliz de unas manos suplicantes es siempre
más seco que el anterior. Y las ratas, son más ágiles ahora
cuando sus ojos rasgados contemplan las batallas
provocadas por mendrugos con sus recién incubadas bocas de avidez...

Ahora que fue hace tiempos, y ayer, y Ahora
entre más larga sea la tirilla del extracto, más larga es la barra
del pan, y ahora, nuevamente, el triste extracto
arruinado por escépticas miradas –pero Él, sabemos,
devenga el cielo, domina una fortuna cuando pee
y todo cuanto se lee es ésta única línea, listado de una transacción–
La caridad debe ser calle de una sola vía, no,
la forma de vida de un hombre –Su balance señor
su balance es esa figura trazada en rojo...
Una página, listo para enrojecer la cuenta, un débito cae abierto en
el crédito a siete años para alturas de siete pisos
de la séptima maravilla de un mundo de bolsillo
La séptima maravilla del plan de mentiras a siete años
Siete veces más grande que el último gran fraude.

Justificar el crédito a siete años para alturas de siete pisos:
“Viviría allí, si pudiera. Yo erigí ese
modesto monstruo de siete pisos por casa
Pero las obligaciones del plan a siete años exigen
mi ausencia de allí, ¿y cómo semillas de siete años
no pueden cultivar un simple retorno verde de siete hojas?”

Una hoja de balance ondea, bandera sobre alturas robadas
¿Y quién se hace rojo invisiblemente entre su fraude negro?
Una hoja de balance cuelga en jirones sobre yermos árboles
¿Y quién enrojece invisiblemente entre su negra desesperanza?
¿Y quién enrojece por quien enrojece, y quién da la vuelta cuando
a la luz, a través de esa vía deshecha, un fuego crepitante
surge de los leños cuyo peso aún arquea
dolorosamente la espalda de la bisabuela-
y una pregunta marca su peso?





José Mármol

ESQUICIO DEL VUELO

voy a dibujar un pájaro que es su mismo vuelo. y un vuelo que aún no tiene pájaro. vuelo que se crea con su pájaro. pájaro agotado en los tonos de su vuelo. no voy a dibujar un pájaro volando sino al mismo vuelo dibujándose. y en mi turno de sentirme dios. voy a crear un himno para el viento y la memoria.


POEMA 24 AL OZAMA: ACUARELA

superficie de luces agotadas donde apenas el sonido de la sombra suena. yo te nombro ciudad irreal hundida en la penumbra de un recuerdo invernal. el Ozama que fluye por cada objeto a la deriva es una historia. el Ozama que sube del fondo de la noche hacia mi palabra. un pez flota suspenso entre la imaginación y un escarceo brillante de hojas secas. el Ozama refugio del miedo de la noche y de toda la pobreza de unos hombres. largo testimonio de secretas temporadas de amor y de todo excremento vertedero. yo te nombro ciudad irreal hundida en la penumbra de un recuerdo invernal. cuando en la orgía de las horas oscuras no queda diferencia y el amanecer estalla en su maravilla cotidiana. cuando el silencio penetra el aire ancho y el murmullo de los troncos y las piedras. el río que hay en el Ozama empieza a sudar leche de luna y baba, empieza a mostrar sus ahogados, sus ángeles suicidas. sus dioses imperfectos. sus luases orinados, sus vírgenes violadas por murciélagos y sapos, los lanchones de hueso dejan la superficie cantando su retorno hacia lo profundo, todo mi cuerpo, toda mi memoria contenidos por el río que corre en el Ozama. todo mi ser desgonzado y transido. superficie de luces diluidas donde ya no se oyen las rancias velloneras. yo te nombro ciudad irreal hundida en la penumbra de un recuerdo fatal.


BAÑARSE DE SÍMBOLOS

A la playa de las aves. de los peces distantes. de las olas vidriosas y el color de la sal. a la playa de los seres. de los niños. de los perros realengos yo no voy. me quedo en esta playa innombrable del lenguaje. en esta que inmóvil me baña de sonidos. en esta que compone. en esta que ha engendrado razones de color. en la playa de los símbolos me solazo y desgonzo. en la playa que se expande por tu boca cuando me hablas.


DEUS EX MACHINA

Arroja tú los dados, Señor, te ha llegado el turno y es invierno. Arrinconado está el tridente, una piel de ceniza cubrió las cordilleras. Señor, he aquí el canto de la luz a ti debida, en la quietud del mar y discreción tan pura de la noche infinita. He aquí a tu hijo Elfuego, ardiendo con su tacto la superficie toda y al agua seduciendo con su lengua dorada. Ved aquí, Señor, su hermanastra Elalba, hierofanta líquida, posesa de las formas. Ellos narran en su tremendo idioma las celebraciones, la obediencia y el pecado. Arrójanos tú esta vez, Señor, la semilla y el varón de la especie más sana. No lo anuncies al azar, porque deviene llanto y se alza con el tibio rumor del pavimento, y otra vez se nos pierde, nos castiga, nos repudia. Que nadie sino tú, oh Señor, esgrima esta vez el cuchillo del jifero; madure un acorde cuando la vida cese y la lluvia limpie, sorpresiva, las caderas uncidas de los copulantes. Arroja tú los dados, Señor, te ha llegado el turno de lo ineluctable. Despídelos sin miedo de tu anchurosa mano, porque a los ocho lados la suerte nada espera, y hacia la muchedumbre y el desastre apunta el cielo. Arrójalos tú, Señor, te ha llegado el turno y es ardiente verano.


IDIOMA DE LOS DIOSES

De ti, como de un río, adoro cuanto fluye. Volando y danzando como los dioses hablan. Amo tu rápida presencia, única manera de pasar, transfigurando en vuelo la quietud y la espera. Idioma poderoso del mineral y el árbol. Néctar salobre de las venas abiertas y miembros destajados en torno a la deidad. Palabras innúmeras con las que atemorizo y a la vez encanto las huestes de la noche y escuderos del día. Voces muy alzadas en sus puntas de roble, con las que canta el mago, gobierna el azar y predomina un orden geométrico de hielo. Grande la ocasión en que algo se consume y con su muerte alumbra y destapa lo esperado. Ahora canto y bailo y salpico de luz las brechas de la sombra entre las llamas. Volando y danzando, como los dioses hablan. Del aire me sostengo, el universo en mí se apoya, gira espeso. Mi verso ha domado al vellocino de oro y ya diezmó mi brazo a los jinetes bravos, a cuyos restos doy mi canción y mi otra espada. Grande la ocasión en que todos danzamos, como dioses mirando la miseria del reino. Palabras que brindaron alma y cuerpo a las ciudades. Soberano idioma, lenguaje de las piedras, del laurel, del río adormecido en sus meandros; alfabeto de grutas intocadas, de lagos suspendidos y pájaros mudos henchidos de placer. De ti, como de un río, adoro cuanto es y ya no es y se transforma y pasa y queda suspendido. Oh idioma venturoso de los labios y las manos, de las praderas altas, los barcos diminutos, la cruz centuplicada en un mismo sendero. Oh danza de las danzas, con que los dioses cantan y bailan y nos llaman.


RETRATO DE MUJER

En tu boca tiembla un pájaro tirado a lo sediento. En tus dedos, templos altos de luz andan despiertos. Habla con tu voz aquel ángel seducido por una magia, un cuerpo, un vocablo insospechado. Nada por tus párpados un pez bello y fugaz, y en la negra chorrera de tu cabello tieso, un celaje de carne con alas suena y brilla. No mis ojos te dibujan, no mi trazo maculado. No mi arte la perfila; es el agua desbordante que me asalta con mirarte, untadas por imanes lascivos ambas manos, y no importa que estés muda porque hablas con tocarme. Hay entre tus pechos matices imposibles, bosques y bahías, cañaverales limpios, mojadas poblaciones, algas finas, robles, yerba. Me asomo al intocable destello de tus manos y temo que mirándome se desnude tu voz, y como San Francisco de Asís hable a las aves, y se descalce y pese mucho menos que el aire. Mujer que lleva entera una bestia por ternura. Mujer que me desalmas con tan sólo nombrarme; mas no importa si estás muda porque cantas cuando miras. En tu vientre acuna un mar con veleros erguidos, en tu pelo un surtidor de la noche se desgrana, en tu boca de nubes y pájaros me pierdo, y no importa si estás muda porque cantas cuando amas.


Estación de invierno

Nieva dentro de mí, debajo de la carne y en la pared urgente de la soledad. Afuera, sin embargo, es día claro y nieva. Yonkers es un tráfago de torpe lodo gris, de techos amarrados a un silencio indescifrable. He tomado con sigilo mi tren hacia el eterno, sin que vagón alguno respire olor humano. Minutos después, un grupo de jóvenes árabes me cerca; hablan en su lengua gutural y baldía, surcada de polvo, torbellinos y sables, pero el cántico infeliz de los rieles me ha salvado. Era tarde. Arreciaba el milagro de sobrevivir a las facas del odio y la opulencia. Oré a la niebla y al bosque de la noche: en ellos se aposenta el dominio sagrado. Ya no temo a nada en el vajido de las rocas; hoy me reconozco viajero de la muerte. Acrece la cellisca y la humedad lo es todo. Nieva todavía en el cauce de mis huesos. Afuera, sin embargo, el hielo ha disipado su imponencia letal y los niños redimen urgentes esperanzas. Nieva por los bordes de mi meditación. Hace calor aquí; el trópico me alienta con tan sólo evocarlo, y las manos desnudas de una mujer me cubren. Afuera, sin embargo, es noche honda y muerte, y mi estación no existe, y el tren no se detiene en su viaje al invierno.




Nazim Hikmet

A propósito de unas fotos de periódico

1. Carbunco

Sobre dos columnas de la primera página yacen
                                                         dos niños desnudos
sobre dos columnas de la primera página
                                                  con la piel en los huesos.
Tienen la carne agujereada, reventada.
Uno es de Diyarbakïr, el otro de Ergani.
Tienen los brazos y las piernas raquíticos
enorme la cabeza
y un grito pavoroso en sus bocas abiertas
en la primera página dos ranitas aplastadas a pedradas.
Dos ranitas
dos hijos míos ,enfermos de carbunco.
Quién sabe cuantos miles se nos van en un año
sin haber podido saciar siquiera su sed.
Y el señor subsecretario:
(así lo agarre el carbunco)
«No hay ningún motivo para preocuparse», dice.

3 de agosto de 1959

2. El jefe de policía

Abierto como una herida, el sol en el cielo
                                                                      se desangra.
Un aeródromo.
Los presos preventivos, las manos sobre el vientre:
porras, jeeps,
muros carcelarios, comisarías
y cuerdas que se balancean sobre el patíbulo
y los paisanos que no aparecen
y un niño que no pudo soportar la tortura
                            y se tiró desde el tercer piso de la Jefatura.
Y ahí está el señor Jefe de Policía
                              baja del avión
              vuelve de América
                              de un curso de formación.

Estudiaron métodos para no dejar dormir
y quedaron encantados
de los electrodos aplicados en los testículos
y también dieron una conferencia sobre nuestras celdas de castigo
ofrecieron satisfactorias explicaciones
de cómo poner huevos recién hervidos en los sobacos
y cómo despellejar delicadamente la piel con cerillas encendidas.

El señor Jefe de Policía baja del avión
vuelve de América
porras y jeeps
y cuerdas que se balancean sobre el patíbulo
ha vuelto el jefe dicen encantados.

1959


Autobiografía

Nací en 1902
no he vuelto nunca a mi ciudad natal
no me gustan los retornos
a los tres años en Alepo era nieto de bajá
a los diecinueve estudiante en la universidad comunista de Moscú
a los cuarenta y nueve otra vez en Moscú invitado por el Comité Central
y desde los catorce años soy poeta

hay hombres que conocen las diferentes clases de hierbas; otros, de peces;
                                                                                      yo, de separaciones
hay hombres que se saben de memoria el nombre de cada estrella;
                                                                                      yo, de nostalgias

he dormido en las cárceles y en los grandes hoteles
he conocido el hambre y también la huelga de hambre y no hay plato
                                                                                    que no haya probado
a los treinta años quisieron ahorcarme
a los cuarenta y ocho quisieron concederme el Premio mundial de la Paz
                                                                                        y me lo concedieron
a los treinta y seis durante medio año sólo pude recorrer cuatro metros
                                                                                            cuadrados de hormigón
a los cincuenta y nueve volé desde Praga a La Habana
                                                                    en dieciocho horas

no conocí a Lenin pero hice la guardia de honor junto a su féretro en 1924

en 1961 el mausoleo que visito son sus libros

han intentado alejarme de mi partido
                                                            pero han fracasado
tampoco he sido aplastado por los ídolos caídos

en 1951 viajé por mar hacia la muerte con un joven camarada
en 1952 con el corazón cascado esperé la muerte durante cuatro meses

estuve locamente celoso de las mujeres a las que amé
no envidié a nadie ni siquiera a Charlot
engañé a mis mujeres
pero nunca hablé mal de mis amigos a sus espaldas

he bebido pero no soy un borracho
tuve la suerte de ganarme siempre el pan con el sudor de mi frente

si mentí fue porque sentí vergüenza ajena
por piedad
                                                        pero también he mentido porque sí

he montado en tren en avión y en coche
la mayoría no puede hacerlo
he ido a la ópera
                la mayoría no puede ir y ni siquiera sabe que existe
sin embargo desde 1921 no voya muchos de los sitios
               donde va la mayoría la mezquita la iglesia la sinagoga
               el templo el curandero
               pero a veces me gusta que me lean los posos de café

se me ha publicado en treinta o cuarenta lenguas
                      pero estoy prohibido en Turquía en mi propia lengua

hasta ahora no he tenido cáncer
tampoco es obligatorio
nunca seré primer ministro o algo parecido
tampoco me gustaría serlo
nunca he ido a la guerra
no he descendido a los refugios en medio de la noche
no he recorrido los caminos del exilio bajo el vuelo rasante de los avi0nes

pero me he enamorado ya cerca de los sesenta
camaradas en pocas palabras
hoy en Berlín aunque muerto de nostalgia
                                      puedo decir que he vivido como un hombre
pero los años que me quedan por vivir
                        y las cosas que puedan sucederme
                                                                 ¿quién lo sabe?

Esta autobiografía fue escrita en Berlín Oriental el 11 de setiembre de 1961


Me acostumbro a envejecer, es el oficio más difícil del mundo...

Me acostumbro a envejecer, es el oficio más difícil del mundo,
llamar a las puertas por última vez,
la separación para siempre.
Horas que corréis, corréis, corréis...
Trato de comprender a costa de dejar de creer.
Te iba a decir una palabra pero no pude.
En mi mundo el sabor de un pitillo por la mañana
con el estómago vacío.
La muerte antes de llegar me envió su soledad.
Envidio a los que no se dan cuenta de que envejecen,
tan ocupados están con sus cosas.

12 de enero de 1963
De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)



 
 
Ezra Pound

Alba

Fresca como las pálidas hojas húmedas
de los lirios del valle
al alba yace ella junto a mí.


Cantar CXX

He intentado escribir el Paraíso.
Que no os mováis.
Dejad hablar al viento
ese es el Paraíso.

Que los dioses olviden
lo que he realizado.
A aquellos a quienes amo,
perdonen
lo que he realizado.


El desván

Ven, apiadémonos de los que tienen más fortuna que nosotros.
Ven, amiga, y recuerda
       que los ricos tienen mayordomos en vez de amigos,
y nosotros tenemos amigos en vez de mayordomos.
Ven, apiadémonos de los casados y de los solteros.

La aurora entra con sus pies diminutos
     como una dorada Pavlova,
y yo estoy cerca de mi deseo.
Nada hay en la vida que sea mejor
     que esta hora de limpia frescura,
la hora de despertarnos juntos.


El encuentro

Mientras ellos hablaban todo el tiempo de la nueva moral
ella me exploraba con sus ojos.
y cuando me levanté para marcharme
sus dedos fueron como el tejido
de una servilleta japonesa de papel.


Francesca

Saliste de la noche
con flores en las manos.
Vas a salir ahora del tumulto del mundo,
de la babel de lenguas que te nombra.

Yo que te vi rodeada de hechos primordiales,
monté en cólera cuando te mencionaron
en oscuros callejones.
¡Cómo me gustaría que una ola fresca cubriera mi mente
que el mundo se trocara en hoja seca,
o en un vilano al viento,
para que yo pudiera encontrarte de nuevo
sola!


Imagen de D' Orleans

Esos jóvenes que cabalgan por la calle
en la rutilante estación que empieza
clavan las espuelas sin razón alguna,
haciendo saltar a sus corceles.

Y al paso que van,
las pezuñas herradas de sus caballos
hacen saltar chispas de los adoquines de la calle
en la rutilante estación que empieza.


La mujer del mercader del río: una carta

Cuando yo todavía llevaba el pelo cortado sobre la frente
jugaba en el portal delantero, recogiendo flores.
Tú viniste con zancos de madera jugando a los caballos,
caminaste junto a mi asiento, jugando con ciruelas azules
y seguimos viviendo en el pueblo de Chokan:
dos niños, sin aversión ni sospecha.

Con catorce años me casé con vos, mi señor.
Nunca me reía porque era tímida.
Bajaba la cabeza y miraba a la pared.
Aunque me llamaran mil veces, nunca volvía la cabeza.

Con quince años dejé de fruncir el ceño,
deseaba que mi polvo se mezclara con el tuyo
para siempre y para siempre y para siempre.
¿Para qué seguir vigilando?

Te fuiste cuando yo tenía dieciseis años,
te fuiste a la lejana Ku-to-yen, junto al río de los remolinos,
y has estado fuera cinco meses.
Los monos hacen un ruido muy triste por ahí arriba.
Cuando te fuiste arrastrabas los pies.
En el portal ahora ha crecido el musgo, musgos
        distintos,
¡demasiado profundos para limpiarlos!
Las hojas caen pronto este otoño, por culpa del viento.
Las mariposas emparejadas ya amarillean en el agosto
sobre la hierba del jardín del oeste;
me duelen. Me hago vieja.
Si has de venir por los vados del río Kiang,
por favor, házmelo saber de antemano
y yo saldré a recibirte,
                               iré hasta Cho-fu-sa.

                                                                Por Rihaku


La zambullida

Querría bañarme en extrañeza:
estas comodidades amontonadas encima de mí,
me asfixian!
¡Me quemo, ardo en deseos de algo nuevo,
amigos nuevos, caras nuevas y lugares!
Oh, estar lejos de todo esto,
esto que es todo lo que quise...salvo lo nuevo.
¡Y tú,amor, la que mucho, la que más he deseado!
¿Acaso no me repugnan todas las paredes,
las calles, las piedras,
todo el barro, la bruma, toda la niebla,
todas las clases de tráfico?
A ti, yo te querría
fluyendo encima de mí como el agua,
¡oh, pero fuera de aquí!
Hierba y praderas y colinas y sol
¡oh, suficiente sol!
¡Lejos y a solas, en medio de gente extraña!


N.Y.

¡Ciudad mía, mi amor, blanca mía! ¡ah, esbelta,
óyeme! Oyeme y un alma te infundirá mi soplo.
Suavemente en el caramillo, ¡escúchame!

Ciudad mía, mi amada,
eras una doncella todavía sin pechos,
esbelta como un caramillo de plata.
¡Ahora óyeme, escúchame¡
y un alma con mi soplo te daré.


Zapatillas negras: Bellotti

En la mesa de más allá,
tras haberse quitado las zapatillas de ante,
con los pies enfundados en medias blancas
y cuidadosamente posados sobre una servilleta,
ella conversa:

                       «Connaissez-vous Ostende?».

La gorjeante dama italiana en la otra punta del restaurante
replica con cierta altivez,
pero yo espero pacientemente
a ver cómo Celestine vuelve a ponerse las zapatillas.

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